top of page
Una buena historia

Historia

En el barrio de Villaverde desde 1972

Madrid. Año 1960

LA LLAMADA

 

El barrio de San Andrés, situado al sur de Madrid, es conocido popularmente como Villaverde Alto. Tiene una buena  comunicación ferroviaria con la línea Atocha-Aranjuez, por lo que las grandes industrias como Marconi, Boetticher, Barreiros, etc., se instalan aquí. Es por ello que muchas personas salen de sus pueblos y comienzan una nueva vida en este barrio. La población se triplica y se hacen urgentes infraestructuras sanitarias, educativas, habitacionales...


D. Alberto Ayala ejerce como capellán de la fábrica de Marconi y coadjutor de la parroquia de San Andrés. Él mismo hace un llamamiento a la Congregación de HHCC para dar respuesta a la necesidad educativa que tiene esa población tan humilde, recién llegada y en situación marginal.

LA RESPUESTA

 

En principio, hay una buena colaboración entre D. Alberto Ayala y las hermanas MªManuela Sánchez Pimentel directora, y Mª Teresa de Miguel Salgado. El fruto de esta colaboración son unas escuelas particulares completamente gratuitas. Hay tres clases, situadas en la Avda. Real de Pinto 14, para niños y niñas, los más necesitados de este barrio. Ya en estos primeros momentos se cuenta con una matrícula de ¡150 alumnos! Esto es solo el comienzo.


Al ser las clases totalmente gratuitas y no tener ningún recurso económico, se piensa en crear una Junta con distintas instituciones. La nueva Junta es presidida en su primera reunión por D. Luis Rodríguez Viñas, director del Banco Ibérico, que se interesa mucho ante la situación presentada. Muestra su respaldo y aprueba una ayuda económica para esta obra social que acababa de comenzar. Con esta primera ayuda se pudieron alquilar los locales y pagar el sueldo a los maestros, además de comprar algo de material escolar para los niños y niñas necesitadas.

¡¡ Qué alegría!! Las Hermanas Carmelitas de la Caridad, VEDRUNA, ya están en Villaverde.

Madrid. Año 1962

LA DISPOSICIÓN

 

Este año ejerce como Provincial de Madrid la hermana Carmen González-Quevedo y dispone que “las Hermanas continúen con la labor iniciada, ya que la iniciativa ha tenido muy buena acogida”.

 

La tarea es mucha, pero apasionante. Las hermanas tienen que multiplicarse. ya que, al mismo tiempo, tendrán que ser educadoras y catequistas. ¡Nadie les había dicho que esto iba a ser fácil!, pero para ellas cada vez se complica más. Esto sucede porque, paulatinamente, algunas maestras seglares abandonan, ya que manifiestan que es muy escaso el salario para una dedicación tan grande. Las hermanas lo comprenden, y les están agradecidas por el esfuerzo que han hecho en estos primeros momentos donde había tanta penuria económica.

 

La comunidad de hermanas está en la Calle Fortuny (en la zona de la Castellana), y tienen que venir todos los días a atender las necesidades del barrio. Su dedicación es asombrosa. Se levantan a las 6:00 de la mañana y llegan a las 8:00. Durante su jornada, atienden dos turnos de niños, uno diurno y otro nocturno. Además, colaboran en la parroquia haciéndose responsables de la catequesis. El trabajo es constante y durante muchas horas, la dedicación y entrega es máxima. No regresan ningún día antes de las 10 de la noche. Además, la hermana Flora López, colabora en la atención a las señoras mayores para que aprendan a leer (más tarde esta acción formativa se llamó Alfabetización de adultos).

Son años muy duros, de máxima incertidumbre y momentos críticos. Es en esta situación de precariedad absoluta es cuando se genera el arraigo al barrio y donde se ve, más que nunca, que la obra comenzada por las hermanas tiene mucho sentido. Ellas sienten que tienen que estar donde haya mucha necesidad, es su razón de ser.
Y pasan los años, y prosigue la obra educativa llevada a cabo por las Hermanas Carmelitas de la Caridad Vedruna. En los últimos años se piensa en crear un patronato, porque tienen que dar seguridad jurídica a todo lo que están emprendiendo.

Madrid. Año 1965

LA CREACIÓN

El 17 de mayo de 1965 se aprueba oficialmente el Patronato de Hermanas Carmelitas de la caridad. Ejerce como presidenta la hermana Flora López, provincial en ese momento de la Provincia de Madrid. Son vocales:

  • Inspector de Zona

  • Director del Banco Ibérico

  • Capellán de Marconi (D. Alberto Ayala)

  • Superiora del Colegio Fortuny

Una de las cuestiones más importantes para el colegio, debatidas en el patronato, es la creación de una comunidad de hermanas en Villaverde Alto, para “dar respuesta a la acción educativa y evangelizadora” que se estaba realizando en este momento.

1965.png

Para el barrio es una inmensa alegría. ¡¡Se quedan…, las hermanas se quedan y van a fundar un colegio!! Son conscientes de que la atención del barrio pasa por vivir en él, no solo venir a trabajar y luego marcharse, sino estar presentes día y noche. Tienen interés en conocer la idiosincrasia propia de esta zona tan deprimida y buscar así soluciones integrales, más allá de una mera intención educativa. Ven, observan, reflexionan, conviven y alientan a los vecinos, que cada vez están más identificados con ellas. Popularmente comienza a decirse en los corrillos de la gente, al salir de la iglesia, a la puerta de los locales donde dan clase… “estas son las monjas de los pobres”. Sí, definitivamente se quedan.

Madrid. Años 1967 - 1968

EL NACIMIENTO

Después de estos intensos años, y de comprobar que la obra de Joaquina tiene más sentido que nunca en este barrio, se instala definitivamente la primera Comunidad, siendo superiora la hermana Mª Dolores Muelas. Las Hermanas que forman esta comunidad son:

  • Manuela Sánchez

  • Josefina Salguero

  • Aurelia Pancorbo

  • Francisca Cuenca

  • Carmen Gutiérrez.

En este periodo las hermanas fijan su residencia en un piso de la Avd. Real de Pinto nº 60, donde habían comenzado las primeras escuelas particulares.

 

Esto va cada vez mejor, y la implicación de las hermanas es cada vez mayor. Se meten en el tejido poblacional del barrio, conviven y les ayudan. Es más, comparten todas las necesidades que tienen las familias a las que atienden, y eso les hace muy queridas. En definitiva, están creando un vínculo que ya no desaparecerá.

Madrid. Años 1971 - 1972

La experiencia vivida en estos años por las hermanas ha resultado satisfactoria, a pesar de todas las dificultades que han sufrido, tanto económicas, sociales, laborales… como la falta de compromiso por parte de algunas personas que iniciaron la obra. Ellas se centran en lo más importante: el servicio y la entrega al barrio de la Villaverde. Están viendo sus frutos con las familias, con la comunidad, con la parroquia y siempre siguiendo los pasos y haciendo suyo el pensamiento de Joaquina “Quisiera remediar las necesidades de todos los pueblos”. 

LA CONSTRUCCIÓN

Una de las dificultades más acuciantes es el mal estado de los locales de la escuela. Si siguen en esas circunstancias, no pueden seguir. ¡Tienen que hacer algo! Es cuando la Congregación se plantea dar pasos para la construcción de un colegio (que será el futuro Colegio Vedruna en Villaverde). Su ilusión es que sea un colegio en que se pueda acoger a toda esta población infantil marginada.

Después de ir casa por casa, local por local, pedir a los que podían aportar algo, suplicar a los que más tenían y convencer a los que no creían en este sueño, es decir, tras haber vencido  todas las dificultades que se les ponían en el camino, especialmente las económicas, empieza a tomar cuerpo el edificio del futuro colegio. La hermana Petra Sánchez, superiora de la comunidad de Villaverde, fue la impulsora de la edificación del nuevo centro con un gran interés y eficacia dirigió toda la operación y consiguió su objetivo: alumbrar un nuevo colegio, para desarrollar la pedagogía del amor en una barriada de Madrid deprimida, tanto social como económicamente.

EL COMIENZO

Por fin, la hermana Petra, ve el nuevo colegio. Comienza a funcionar el curso 1972-1973. Este nuevo colegio será exclusivamente para niñas, acogiendo aproximadamente a 400. Santa Joaquina fundó la congregación para educar a las niñas, que eran las más desprotegidas, como aquí, en Villaverde. Dentro de las poblaciones más marginales, ellas eran las que más sufrían. De primeras 400, unas 100, disfrutan el servicio de comedor escolar, sabiendo que para muchas de ellas sería la mejor y la única comida del día. 


No se queda ahí la acción educativa del colegio. Por la noche, en horario nocturno, asisten unas 100 alumnas. Y además, como complemento formativo y dar posibilidades futuras de empleo, también se imparten clases de taquigrafía y mecanografía a unas 50 alumnas. 

Madrid. Año 1978

LA DIFICULTAD

En julio de 1978, se vive otro momento crítico. Los benefactores, que estaban soportando la carga económica y que estaba siendo gestionada por el patronato, dejan de subvencionar el colegio. Pero, como decía Santa Joaquina, “teniendo a Jesús, todo sobra” y con esta valentía para afrontar las dificultades y esa determinación que las caracteriza, ven esta crisis nuevas
oportunidades que dan nuevamente un impulso vital a este proyecto. ¡El colegio no se cierra!

LA DECISIÓN

Se había vivido hacía poco el Concilio Vaticano II, que supuso un trascendental impulso para la renovación de la vida religiosa. A la luz de esta nueva situación, un grupo de hermanas que estaban en la Comunidad B del colegio de Jaén, sienten la llamada de salir a vivir y a trabajar en situaciones marginales de la gran ciudad. Es una oportunidad para irse a un barrio de Madrid.


Como provincial, en esos momentos, estaba la hermana Felisa Aragón, una hermana muy reflexiva y sensible a los más necesitados y a los últimos. Sopesaba mucho las decisiones que
trataba con su equipo para que fuesen las más acertadas.

 

Por eso, tras un largo discernimiento, se decide trasladar a estas hermanas a un barrio de Madrid, y el elegido es Villaverde Alto, porque es el que mejor se ajusta a los sentimientos que
habían mostrado este grupo de hermanas. Felisa sabía que lo iban a hacer bien y que iban a afrontar la situación pensando siempre en mantener vivo este proyecto educativo.

Madrid. Años 1980 - 1982

EL CRECIMIENTO

Con esta decisión tan importante de cambiar a un grupo de hermanas para que se hagan cargo del colegio, en 1980 la Congregación tuvo que adquirir un piso en la calle Alberto Palacios nº 4. En el vivirán las Vedrunas que se sentían llamadas y enviadas a trabajar en un barrio de Madrid para el servicio a los más necesitados.

 

Al establecer aquí esta comunidad, se ve que puede tener una doble intención, es decir, se puede ampliar la acción de las hermanas:

  • Atender la educación

  • Formar a las futuras hermanas.

 

Nace así el Noviciado, el 17 de julio de 1980, que será un apoyo fundamental para el colegio en el futuro. La responsable de esta nueva comunidad educativa y, además, formadora de las futuras hermanas será la hermana Antonia Blanco Fernández.

Desde el nacimiento del colegio se había estado peleando por su sostenimiento económico, pidiendo subvención al patronato, al Estado, a patrocinadores… en definitiva, a todos los que pudiesen colaborar con esta buena casa, con este proyecto educativo para los más necesitados en un barrio con necesidades socioeconómicas muy importantes. La aprobación de la ley de conciertos del nuevo gobierno de España, daría un espaldarazo definitivo para su consolidación.

 

El 3 de mayo del 1982 se concedió el concierto, y se dio autorización días después para impartir una unidad más de párvulos (2º ciclo de infantil). Así que, a principios del curso 82-83 se iban a impartir en el centro en 4 y 5 años. El colegio crecía y cada vez estaba más integrado en la idiosincrasia propia del barrio.

LA CONSOLIDACIÓN

Transcurridos los primeros momentos de la fundación del Noviciado, y viendo las posibilidades que tenía, el colegio crece y se nota que está más “acompañado”. Se incorporan rápidamente tres novicias que inician su nueva vida de formación y de servicio integral al barrio.

 

El colegio se asienta, porque con el nacimiento del noviciado tiene un respaldo de personal implicado a largo plazo. Todas las hermanas de la Comunidad formadora trabajan en el colegio, al mismo tiempo que colaboran con el servicio social del barrio, en aspectos diversos pero muy relacionados con la evangelización, ya que en la parroquia de Nuestra Señora del Pino toman parte de la catequesis de niños y del acompañamiento a la confirmación de jóvenes.

 

Esta consolidación se nota cada vez más por el crecimiento del noviciado que, en septiembre de 1982, tiene que trasladarse a una vivienda que se encuentra al lado del colegio por el aumento del número de novicias, que pasan de tres a nueve y un piso resultaba pequeño.

 

Desde este momento el Colegio Vedruna de Villaverde no ha hecho otra cosa que crecer y convertirse en un referente del barrio, y decimos “referente” tanto por la calidad que va aportando al tejido social, como por su preocupación en asuntos socioeconómicos, psicosociales y de pobreza extrema, queriendo siempre estar al servicio de la comunidad y abierto al barrio. Los siguientes años serán cruciales…

Madrid. Años 1985 - 1989

LA TRANSFORMACIÓN

Transcurren varios años en los que se van logrando las metas propuestas de servicio y evangelización en este querido barrio de Villaverde Alto. El proyecto ha cuajado y ahora tiene que irse adaptando a un nuevo periodo, en el que los cambios políticos, con sus respectivas leyes, van a condicionar su devenir, pero en ningún caso el colegio y las hermanas van a dejar que su objetivo se desvanezca. Al contrario, cada vez se va a necesitar más ayuda, más recursos, más implicación por parte de las nuevas profesoras seglares que se están incorporando a este proyecto. Es una época donde comienza a creer la figura del “Educador Vedruna” laico.


Es muy importante el curso 85-86, ya que ocurren dos acontecimientos vitales para la consolidación de este proyecto educativo de apoyo a todas las necesidades del barrio,

  • el colegio se convierte en mixto, niños y niñas y

  • se transforma en un centro de integración, para atender a los niños con necesidades educativas especiales.

 

La congregación se da cuenta que convertir este colegio en un centro educativo con un programa para alumnos con necesidades educativas especiales, es seguir los pasos de Joaquina. Siempre, en el pensamiento, está el acoger a los que más lo necesitan, no solo desde un punto de vista socioeconómico, sino en todos los aspectos en los que se les pueda ayudar. 


Es un año de cambios profundos, porque las instalaciones tienen que adaptarse a esta nueva situación (niños y niñas), y la congregación una vez más está ahí para dar su apoyo, respaldo y confianza en este nuevo camino que emprende. Tanto es así que, en 1988, la congregación decide organizar en este lugar el Noviciado Interprovincial. Esto implica que hay que reestructurar el grupo de formadoras, porque ahora tienen que representar a otras provincias canónicas. Al frente de esta misión, como responsable, se sigue confiando en la hermana Antonia Blanco.

Entonces, surge una preocupación… ¿qué hacer con el resto de la comunidad? Y es cuando, en ese momento, se decide instalar a la comunidad que llevaba el colegio, en un piso cercano al colegio, concretamente en el tercero de la calle Domingo Párraga, 62. Cambia el sitio, pero no la misión, que sigue siendo la educación de las niñas y niños en el colegio y coordinar el servicio social desde la parroquia, en todo lo que sea ayuda integral al barrio, como la educación de adultos, la pastoral sanitaria y catequesis de niños y jóvenes, la colaboración con las campañas de solidaridad…

Directora Lucía.png

Corre el año 89 y la directora del colegio es, en este momento, la Hermana Lucía Ibáñez. La hermana Lucía es determinante para el colegio. Es la directora que más tiempo ha estado al frente del centro y, bajo su dirección, el centro se ha ido transformando en función de las necesidades.

Este mismo año, al ser un centro muy demandado, crece de nuevo. Cuando ni siquiera habían pasado tres años del cambio
de modalidad de colegio ordinario a colegio de integración, se tiene que solicitar una unidad más de integración, llegando a tres,
por el número de niños con necesidades educativas especiales que están matriculados. En este mismo año, crece la plantilla de los profesores. La hermana Lucía empieza a vislumbrar la
posibilidad de aumentar una unidad más en infantil (3 años) y estudia la posibilidad de, aprovechando las modificaciones de la ley de conciertos, pedir el concierto para esta etapa que no es obligatoria. La consigna es que hay que aprovechar todos los recursos económicos que se puedan para el proyecto.

Madrid. Años 1990 - 2011

Y año tras año, curso tras curso, vamos haciendo camino. Hay fechas en estos 20 años muy importantes:

1993. Se aprueba definitivamente el concierto para toda la etapa de infantil, lo que hace que el profesorado de esa etapa tenga las mismas condiciones laborales que el resto.

1996. Comienza la SECUNDARIA. Una aventura en la que tuvo mucho que ver, de nuevo, la hermana Lucía. Se empeñó en mantener el colegio. Si se quedaba solo como colegio de primaria, no tenía mucho futuro, porque lo que demandaban las familias es un centro donde pudieran empezar sus hijos y terminar sus estudios obligatorios. Pidió ayuda, otra vez, a la congregación para la transformación del centro: nuevos cursos, nuevos espacios, nuevos profesores, nuevas titulaciones… Un esfuerzo ímprobo, pero que causaba a la vez mucha satisfacción. Era un colegio que se movía, que no se estaba quieto, que se adaptaba al ritmo de la realidad y que el futuro iba a ser suyo.

 2006. ¡Otra vez cambio de ley educativa, en este caso la LOE! Y otra vez tiene el colegio que adaptarse a esta nueva legislación y estos trae cambios. Hay una comunidad educativa renovada y hay que renovar también a los cargos del colegio (nace el concepto de “equipo directivo”). Aunque esto no quita un ápice de entusiasmo, la máxima de las hermanas era que las nuevas etapas se afrontan con el mejor espíritu. Y no solo es una nueva etapa por el cambio de legislación, sino que, el barrio, un barrio que en los años 60 era de inmigrantes del campo a la ciudad, ahora es de inmigrantes de otras culturas, países, religiones. El colegio se está empezando a convertir en un crisol de culturas, donde ya conviven varias nacionalidades y donde se está viendo, mejor que nunca, lo grande que es el mensaje de Joaquina, “todo por amor, nada por fuerza”. - 2008. Golpea la crisis en el barrio como ya hacía mucho tiempo que no sucedía. El paro aumenta considerablemente, convirtiéndose el distrito de Villaverde en el de más desempleados de Madrid. Tanto es así, que comienza el regreso voluntario de los inmigrantes a sus respectivos países, causando en el colegio desasosiego, ya que muchos de nuestros alumnos son hijos de estos inmigrantes.

2011. La familia crece y nuestro colegio, por ser tan importante para la congregación y por ser un centro donde se sigue el proyecto educativo de Joaquina con más ahínco, entra en la nueva Fundación “Educación Alternativa 1826”. El tiempo cambia, pero el colegio no, sigue con el objetivo intacto. Esto hace que la fundación, junto con la buena gestión que se había llevado estos años, nos acoja junto a otros 7 colegios Vedruna. Estamos en un momento muy difícil, porque está empezado una tendencia que no estábamos acostumbrados a sufrir: se está perdiendo matrícula, muy despacio, pero es una realidad.

 

Al retorno voluntario que se había empezado a notar años atrás, se suma el envejecimiento del barrio y la construcción de nuevos colegios, con instalaciones fabulosas. Está naciendo la “nueva concertada”. Nunca, el colegio se había enfrentado a un reto así, nunca había tenido esa sensación de tener que “vender” su producto, pero los tiempos están cambiando y la fundación nos enseña a abrir los ojos y empezar a mirar al futuro con “luz larga”. Hay que empezar con las ideas innovadoras, una nueva forma de ver la educación y una nueva manera de transformar el mensaje de Joaquina para que nada cambie, para que se siga atendiendo a los que más lo necesitan.

Madrid. Años 2012 - 2021

2013. Hasta llegar a este año se han vivido muchas buenas noticias. El colegio apuesta por un nuevo equipo directivo al que el equipo de gestión le encomienda una tarea: dar pasos para poder revertir la tendencia negativa de los últimos cursos. Apuestas por cuatro pilares fundamentales para responder a una nueva etapa, a una nueva educación que estaba llamando a la puerta en el siglo XXI. Pero tienen que tener una cosa muy clara, no se puede perder la esencia, lo más importante del colegio, lo que nos distingue del resto de colegios, por lo que somos conocidos:

  • LA PASTORAL. El objetivo primero que empezaran, allá por el año 60 las hermanas Manuela y Teresa no puede caer en saco roto, no podemos llevarnos por las modas y no debemos engañarnos y apostar por otro tipo de educación que no sea el nuestro, una educación comprometida con los que menos tienen. Sin perder ese objetivo, teníamos que dar respuesta para que esa tendencia negativa se pudiera revertir. Pues bien, una vez más el colegio, apoyado por las hermanas, demostró que tenía futuro.

  • INNOVACIÓN METODOLÓGICA: Metodologías proactivas.

  • POTENCIACIÓN DEL INGLÉS: Intensificación en inglés nativo.

  • PROYECTO DE DIGITALIZACIÓN: Adaptarse a las nuevas tecnologías.

Todo eso no se podía conseguir sin la implicación máxima del profesorado en formación continua.

2015. Nueva legislación LOMCE y nuevos cambios, nuevos espacios, nuevos profesores ante las nueva estructura y exigencia de la legislación.


2018. La situación política es muy tensa, se prevé cambio de ley educativa (LOMLOE) y se cuestiona el modelo educativo respecto a los colegios concertados. Pero comienza una nueva fundación, la Fundación Vedruna Educación, que la recibimos como esperanza y ponemos en ella toda nuestra confianza. De nuevo comienza a escribirse nuestro futuro.

Fachada nueva.png

Continuará...

bottom of page